I
Aves que vibran
sombras que saltan
huyen y se estampan;
los silencios entre espinas
andan y rasguñan
con temora la mañana.
Se detiene el llanto
oscuro y estrellado
de nubes
insomnios de luna.
Se deshace el cielo
de ese velo transparente y
es
cu
rri
do
que deja desde ti,
sobre tu almohada
un ángel.
Sueñas entonces
con la noche nuestra,
con mis manos sabias
y el descanso eterno
de tus alas.
Mujer…
despierta a veces
a un cielo de distancia.
II
Hagamos para esa noche,
¡nuestra noche!
Un dios de luz,
sombra
piedra
y sangre.
Sordo y de pie
en su pedestal
contemple mudo
el calor de nuestros labios
mientras camino
hasta tu cielo…
s u s p e n d i d a s,
tus alas
en mis sueños,
veremos a un dios
que arrepentido
imploreel sabor
de la manzana.
No ofrezco más, es este mi desierto.
miércoles
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